“Esta historia comenzó un  miércoles 7 de junio. Me encontraba en mi casa y de golpe me agarró un ataque de pánico que duró desde las 12 de la noche hasta las 5 de la mañana… fue dudoso que el episodio durara tanto tiempo. A los dos días, sentí mi cuerpo con un estado de desquicio total, ya dejaba de ser un simple ataque de pánico, ya que cada uno se conoce su cuerpo.

Angustia, nervios,  miedo literalmente a todo, opresión en el pecho, llanto continuo se apoderaron de mi mente y cuerpo.  Desesperada y llorando le comento a mi marido que algo raro me estaba sucediendo. Mi cabeza era un tambor, me despertaba temblando como una hoja, mi corazón se salía de lugar de las palpitaciones que tenía, caminaba por toda la casa, desde la cocina al baño, del baño a las piezas, de las piezas hacia afuera, desde allí hasta el fondo y así hasta sentarme en la cocina dos minutos y volver a salir a caminar por toda la casa.

Rechazaba a mis hijos, no podía comer, si bien tenía hambre lloraba frente al plato de comida. Fumaba y tomaba mate todo el día como una desquiciada. Me dormía apenas a las 2 de la mañana y a las 5 me despertaba como si nada.  Así iba pasando cada día… llegué a pensar  en internarme, pero el sentimiento más fuerte fue cuando manifesté que quería matarme. No quería seguir viviendo. Miré varias veces el arma arriba del ropero,  sentía que me estaba muriendo en vida.

Desesperados consultamos al neurólogo, por ahí debíamos cambiar las pastillas para el pánico. Saqué turno con un psicólogo y un psiquiatra, pero todo se demoraba con los turnos, sentía que ya no tenía más fuerzas para seguir.

El jueves 15 (miren si habrá pasado tiempo viviendo de esa manera) por la noche llamo a una compañera de trabajo, lo que son las casualidades, un mes antes habíamos hablado de cómo se curó ella a través del Padre René. Esa noche la llamé pidiéndole el teléfono, me contesta que no tenía el teléfono del padre, pero que iba a tratar de conseguirme aunque sea algún otro contacto.

El viernes por la mañana me envía el teléfono del Padre, pero a continuación me dice mi amiga: “mirá que es muy difícil comunicarse”. Visto el panorama desalentador, no dudé en escribirle lo siguiente: “Buenos días Padre, soy Cintia Barra de Villa Moll, necesito ayuda urgente”.

Y como serán las cosas de Dios… me contestó: “Venite ya, se cancelaron turnos.”

Salimos volando con mi marido hacia Empalme Lobos, llegando a la Parroquia me descompensé muy mal, ni punto de comparación con una gran descompostura… sentía que me iba al otro mundo, que me moría ahí arriba de la camioneta (todos estos relatos con estas crisis de nervios, llanto, palpitaciones, no es que duraban un rato, sino que literalmente las 24 horas del día me sentía así)

Llegamos a la Parroquia y lo primero que sentí es el olor a rosas y miraba por todos lados y no había ninguna… sé que cuando te sucede eso es porque está la presencia de la Virgen….  ya haber sentido ese olor característico algo me decía que todo iba a estar bien.

Me bajé de la camioneta, fumaba como una loca, entraba a la parroquia, salía, volvía a entrar, hasta que logré sentarme a esperar. Y así fue que cuando me tocó mi momento, lo miré al Padre, tiré la cartera al suelo, y me senté a llorar como nunca antes había llorado en mi vida…él me tomó de las manos fuerte, y mirándome con esa cara dulce y su voz me decía que me tranquilice que todo iba a estar bien. Yo en esa crisis de nervios, llanto, angustia, y sin ganas de vivir… no creía que iba a salir de ese estado. Comenzó a rezarme y curarme, estuvo un buen rato, al cabo de la curación, me dice “estas respondiendo muy bien”.

Mis ojos comenzaron a mirar como con más luz… me dijo que tenga fe y que rece.

Al otro día  (sábado) tenía turno con la psicóloga, salí más loca de lo que estaba….llegué a casa y le mandé un mensaje al Padre para que me exorcice, porque no entraba en mi cuerpo tanto nerviosismo. Ese día si me dejaban sola me mataba.

Me contesta: “Venite”. Salimos de vuelta con mi marido, me cura nuevamente, me reitera: “reza y ten fe” y volvió a decirme: “Vas muy bien…”. Yo no entendía de lo que me estaba hablando.

Pues salimos de la Parroquia, paramos en una estación de servicio, me dirijo al baño y cuando miro al inodoro me quería morir: oriné del color de la Coca-Cola. Asustada por un lado comencé a cuestionarme si los riñones no me dolían…. luego me acordé de sus palabras… que estaba respondiendo bien…. desde ese momento FUI OTRA PERSONA. Se me abrió el apetito luego de dos semanas sin comer, pude conciliar el sueño. NO SENTÍ MÁS MIEDO… hasta hoy puedo decir que no tuve más ataques de pánico.

Conclusión: viví muchos años dándole la espalda a Dios, a la Iglesia, concluyo que si tuve que pasar por esta pesadilla carnal para hacer un camino espiritual (porque vivía muy equivocadamente) agradecida a Dios estoy.

Dios, aún en mi peor sentimiento y pensamiento de matarme, no lo permitió. Dios es tan sabio que hasta Él mismo me envió hacia el  Padre René…. DIOS hasta hizo que se presentara su Hijo Jesús en la Custodia Eucarística (foto que sacó mi marido  en la Parroquia San Vicente Pallotti y me la envió) ¿Qué más? 

Hoy ya todo es calma y paz…

Padre René, no me va a alcanzar la vida para agradecerle.”