
Sábado 11 de julio de 2020
¡Feliz Día de San Benito!
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (10, 24-33): «En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles:
«El discípulo no es más que el maestro, ni el criado más que su señor; le basta al discípulo ser como su maestro, y al criado como su Señor. Si al dueño de la casa lo han llamado Satanás, ¡qué no dirán de sus servidores!
No teman a los hombres, porque no hay nada oculto que no llegue a descubrirse; no hay nada secreto que no llegue a saberse. Lo que les digo de noche, repítanlo en pleno día, y lo que les digo al oído, pregónenlo desde las azoteas.
No tengan miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman más bien a quien puede arrojar al lugar de castigo el alma y el cuerpo.
¿No se venden dos pajarillos por una moneda? Sin embargo, ni uno solo de ellos cae por tierra si no lo permite el Padre. En cuanto a ustedes, hasta los cabellos de su cabeza están contados. Por lo tanto, no tengan miedo; porque ustedes valen mucho más que todos los pájaros del mundo.
A quien me reconozca delante de los hombres, yo también lo
reconoceré ante mi Padre que está en los cielos; pero al que me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre
que está en los cielos».
Dice el Evangelio: ¿Acaso no se vende un par de pájaros por unas monedas ? Sin embargo, ni uno solo de ellos cae en tierra sin el consentimiento del Padre que está en el cielo». ¡Cuánto nos hace falta conocer al Padre Celestial! Él lo tiene todo planeado, para el bien nuestro, pero somos nosotros los que desordenamos muchas veces su plan salvífico.
Hoy celebramos el día de un gran santo, que cumplió muy bien la voluntad de Dios. Nació en Nursia, Italia , en el año 480. Tuve la gracia de conocer la cueva de san Benito, en Subiaco, Italia, un lugar adonde este santo se retiró para unirse más íntimamente con Dios. Su gran prioridad era estar en soledad mucho tiempo. Todo lo contrario a un hombre carnal, que no sabe aprovechar un buen rato de soledad. Es tanto el ruido interior y el vacío que sin Dios terminará dañándose y entristeciéndose.
San Benito se convirtió en un alma tan espiritual que los demonios no soportaban su presencia. Creó monasterios, dirigió espiritualmente a muchos monjes e hizo muchos milagros, hasta resucitar a muertos.
Pidamos la gracia a este santo de inclinarnos a la oración y al silencio interior, para estar a solas con Dios y sacar muchos frutos de esos momentos de soledad con Él. A.M.D.G.