🗡️ESPADA ESPIRITUAL
Sábado 19 de septiembre de 2020
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (8, 4-15):
«En aquel tiempo mucha gente se había reunido alrededor de Jesús y, al ir pasando por los pueblos, otros más se unían. Entonces les dijo esta parábola:
«Salió el sembrador a sembrar su semilla. Mientras iba sembrando, unos granos cayeron al borde camino: los pisaron y los pájaros se los comieron. Otros cayeron en terreno pedregoso, y, al brotar, se secaron por falta de humedad. Otros cayeron entre espinos, y al crecer éstos, los ahogaron. Los demás cayeron en tierra buena, crecieron y produjeron fruto al ciento por uno».
Dicho esto, exclamó:
«El que tenga oídos para oír, que oiga».
Entonces le preguntaron los discípulos:
«¿Qué significa esa parábola?»
El les respondió:
«A ustedes se les ha concedido conocer los secretos del Reino de Dios; a los demás, sólo en parábolas, para que viendo no vean y oyendo no entiendan.
La parábola significa lo siguiente: La semilla es la Palabra de Dios. Lo que cayó al borde del camino son los que escuchan la Palabra, pero luego viene el diablo y se la lleva de sus corazones, para que no crean y se salven. Lo que cayó en terreno pedregoso son los que, al escuchar la Palabra, la reciben con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan. Lo que que cayó entre espinos son los que escuchan la Palabra, pero con los afanes, riquezas y placeres de la vida se van ahogando y no dan fruto. Lo que cayó en tierra buena son los que escuchan la Palabra, la conservan en un corazón bueno y bien dispuesto, y dan fruto por su constancia».
Volvemos a tener presente esta parábola del sembrador, que para nosotros debe ser un entusiasmo grande querer escucharla y trabajarla para que dé mucho fruto en nuestra vida, ya que es el mismo Dios quien nos habla.
Lo triste sería aprovecharla mal y que seamos terreno pedregoso o lleno de espinos, porque nos perderíamos para siempre.
Por eso aprovechemos y meditemos este hermoso evangelio de hoy, para aprender a sacar mucho fruto de la Palabra y convertirnos así en grandes apóstoles que la prediquen con alegría.
Pidamos a nuestra Madre Santísima esa hermosa gracia. A.M.D.G.