Hola Padre Rene,

Quiero agradecerle y apoyar la difusión de la obra de amor que usted lleva adelante por los enfermos y los afligidos.

Estuve muy alejado de Dios durante muchos años; soy católico pero podría decir que era un católico tibio que no oraba diariamente, que no asistía a misa, que no me confesaba. Estaba en una etapa muy incrédula, donde tenía muy poca fe, me costaba creer y cuestionaba todo. Solo me acercaba a Dios frente a una necesidad o un problema.

Hace un par de años atrás comencé un periodo muy crítico de mi vida, estaba muy estresado, me sentía solo, vacío y no podía disfrutar las cosas materiales que tenía, ni la  maravillosa familia que tengo. Comenzaron algunos problemas familiares y  esta situación se sumó un periodo de inestabilidad laboral y desmejoramiento económico que era sistemático, donde usaba mis ahorros para mantener mi standard de vida.

El combo fue explosivo, el estrés aumento, me volví intolerante, me irritaba por cualquier cosa, no dormía bien y la ansiedad me controlaba. Sentía que el mundo se me venía encima, mi cabeza estaba a mil sin parar, preocupado por el futuro. No tenía paz.

Sin decir una sola mala palabra, lastime a mi esposa y a mis hijos. Hoy me doy cuenta que la palabra puede herir y lastimar igual o más que un golpe.

Tenía mis prioridades alteradas, Dios ocupaba un lugar secundario en mi vida, me costaba creer.

Sin desearlo, por lo que más me preocupaba y luchaba, era lo que más afectaba … a mi familia.

No tenía brújula y humanamente mis recursos eran limitados para resolver los problemas. Empecé a entrenar para correr maratón, tratando de controlar mi ansiedad y estrés. Busque ayuda psicológica, pero no pudo solucionar todos mis problemas.

Así paso el tiempo, hasta que recientemente mi crisis matrimonial se agravo y por bendición de Dios me entere que se estaba organizando un viaje a Lobos para asistir a una misa de sanación.

Gracias a la Virgen María, que como buena madre nunca nos abandona, sentí la necesidad interior de ir.

Fue allí donde conocí a María Leig (mi buena samaritana), quien coordinaba el viaje y actualmente coordina el grupo de Oración en Córdoba. Solo palabras de agradecimiento para María Leig por su apoyo.

Inicialmente mis expectativas eran pocas, pero ese viaje cambió mi vida. Gracias a Usted logre tener la paz interior que tanto buscaba. Mi alma y mi cabeza hicieron un click en Lobos. Tengo muy presente la primera vez que recé frente al Santísimo, no sabía frente a quien estaba (por mi ignorancia) pero sentí una paz interior que nunca había sentido, después comprendí.

A partir de ese viaje, he recibido varias bendiciones de Dios, por ejemplo, tuve la bendición de que Ud. visitara mi casa para bendecirla y exorcizarla, después que yo viajara a Lobos y por un mal entendido Ud. estaba en Jujuy y no pudo atenderme. Los caminos de Dios son misteriosos y no son simples de entender para nosotros, pero debemos confiar, tener fe y paciencia.

También conseguí un cambio laboral que estuve buscando durante varios años y no se daba (la llamada con el ofrecimiento la recibí el domingo cuando regresaba de Lobos a Córdoba…).

            Aprendí a rezar el Rosario y lo rezo todas las noches, lo cual me permite dormir sin inconvenientes (algo que antes era casi imposible). Me confieso frecuentemente y asisto a misa todos los domingos.

Entiendo que esto es un proceso y especialmente para mí que estaba muy alejado de Dios, pero no tengo dudas que estoy por el camino correcto.

Me siento en paz y poco a poco voy recuperando mi fe a través de la oración.

Pido todos los días, para que el Espíritu Santo lo proteja y pueda cumplir su misión en la tierra.

¡Gracias Padre y que Dios lo bendiga!

Alejandro Campillo, Ingeniero  agrónomo, Córdoba.