Silvina viajó con mucha fe viajó desde Córdoba con tres personas más, Paula Perri, Cecilia Perri y Mirian Zamora, para participar de las misas en nuestra parroquia y en Navarro y recibir atención espiritual. Hicieron 800 km de ida y lo mismo de vuelta sólo para estar en la Parroquia y hablar con el Padre.

“LA MIRADA DE JESÚS FORTALECIÓ MI FE”

“Un profundo deseo de ir a Lobos a la Parroquia del Padre René se instaló en mi mente y en mi corazón luego de haber estado en La Falda con el padre en la misa del  15 de septiembre de este año.

Gracias al compromiso que mi amiga Paula tiene actualmente con la obra del Padre, ese día fui atendida y escuchada de una manera especial.  Convencida de ir en  busca de bendiciones y algunas respuestas que nunca dejan de invadir  y perturbar mi mente y mi corazón llegué ese día a la Falda acompañada de dos personas de mi comunidad de oración y formación que no dudaron en ser parte de mi decisión: conocer al Padre René.

Luego de un largo camino de sanación interior que venimos recorriendo a través de retiros, misas, jornadas donde fui aprendiendo a orar, a reconocer mis heridas, a elaborar perdones, llega esta grandiosa posibilidad de encontrarme con el Padre René del que tanto había escuchado y me disponía a recibir todas las bendiciones y sanación que él pudiera dar a mi alma. Y así fue, ese día  fui privilegiada recibiendo  sanación, bendición y alivio a mis grandes dolores del alma.

El Señor me regaló una hermosa familia, 4 hijos sanos, un esposo bueno con el que hace tres años pudimos volver a reconstruir el matrimonio luego de una crisis que concluyó en divorcio. Me dio salud, padres, hermana, sobrinas, trabajo, vocación y como si fueran pocos me dio el don de la fe.

            Fue precisamente  durante el doloroso y devastador proceso que atravesó la familia desde la separación (7 años) pude recuperar  en un momento determinado el camino de la fe,  el único que puede devolver orden al caos, integridad a cada pedazo que éramos cada uno de nosotros. Porque así actúa el mal en las familias, en los matrimonios, en los vínculos: disgrega, separa, desarma corazones, anula proyectos de vida ….. Cosecha desesperanza, dolor, tristeza.

Porque Dios nos habla siempre,  es omnipresente, somos nosotros quienes decidimos escucharlo, seguirlo o dejarlo allí en el Cielo. Poco a poco, la tormenta se fue despejando, apareciendo la luz, las distancias se acortaron y por gracia de Dios volvimos hace tres años a estar todos juntos otra vez.

Este  camino de perdón  y reconstrucción de vínculos no es nada fácil. Me dispuse a  descubrir las heridas, a  ponerle nombre a los dolores más profundos, arrepentirme,  tomar la firme decisión de cambiar, modificar defectos crónicos  de carácter. Mirar para adentro, animarme a ver mis miserias, mis sombras…

En este  difícil transitar descubro mi alma debilitada, cansada, abatida y tal vez una fe pequeña y  limitada que sucumbía ante cualquier inconveniente que apareciera. Una diminuta dificultad era motivo para caer en desesperanza, para caer en desánimo y sentir confusión para encontrar la solución. Estamos todos orientados a Dios pero en mi interior hay altibajos de tristeza, angustia y preocupación que están presentes día a día, capaces de irrumpir e invadir el mejor de los estados de ánimo, cambiar fácilmente un buen humor por un gran enojo o agrandar un pequeño problema a un conflicto enorme.

            Este primer  encuentro con el Padre fue impactante y sorprendente para mí porque iluminó una partecita del alma que aún estaba en penumbras, donde el perdón y el arrepentimiento no habían querido entrar y  me puso de manifiesto cómo tenía que continuar mi camino: Oración, Confesión, Misa  y confiar en Dios.

Ese mensaje hizo nueva luz en mí e intenté ser fiel a sus sugerencias.  Se instaló en mí el fuerte deseo de ir a Lobos a visitar su Parroquia y continuar recibiendo sus gracias y bendiciones. Mi corazón tenía una sintonía diferente, quería volver a estar cerca de este ser de amor que había obrado en mí. Y así fue mi reciente visita  a Lobos. El viernes 30 de septiembre emprendimos viaje con Paula y dos compañeras más a vivir este extraordinario fin de semana en las tierras del Padre. La Providencia nos allanó dificultades y pudimos compartir hermosas vivencias en la Parroquia.

¡Y allí lo encontré! Ese tesoro que estaba buscando, esas llaves que había perdido y tenían escondidas mi alegría, mi paz interior, mi felicidad, el secreto de mi equilibrio y bienestar. ¡Me encontré con Jesús en la mirada del Padre! ¡Cada vez que estaba cerca, que sonreía, que me miraba con su inconfundible ternura y amor me inundaba la Misericordia y cascadas de paz y emoción pasaban por todo mi ser! Era como sentir: 

¡Acá estoy! ¡Yo, Jesús, el Redentor, quien todo lo puede y todo lo sana! ¿Por qué preocuparse?

¡Sentí algo parecido a lo que creo habrán sentido los discípulos de Emaús! ¡Es el Señor!  ¡Allí estaba la fuerza, la estabilidad, la alegría eterna, el descanso permanente!  ¡Una nueva fortaleza conduce ahora mi corazón! ¡Siento que no habrá tormenta que derribe mi barco porque estoy con Él, el vencedor de todo dolor, el Maestro, el Misericordioso! Señor aumenta cada día en mí la fe.

            Agradezco a todos los que trabajan en la Obra del padre y al Padre René por su existencia, por su generosidad, por su ejemplo y por ser testigos vivos del amor y la providencia de nuestro Dios.

Silvina Gaggero, Psicopedagoga, Córdoba.