Nació en el hospital Durán de Capital Federal, un 11 de julio del año 1968. Su madre biológica, Paula Lorenza Ríos, no pudo hacerse cargo y lo adoptó un matrimonio nativo de la provincia de Jujuy, Marcelina y Teléforo. Su madrina y madre de crianza, era una mujer muy piadosa y desde muy pequeño forjó en su espíritu de niño el amor a la Santísima Virgen.
Estando en la escuela primaria, en 4to grado, su maestra pidió que escribiese y dibujase que le gustaría ser de grande… en ese mismo instante escribió en un cuaderno que aun conserva: «Cuando sea grande quisiera ser un gran sacerdote de mi país y de todo el mundo, ir a Roma y conocer al Papa». Desde ese tiempo el sacerdocio fue su gran sueño.
Comenzó el seminario mayor en el IVE, donde experimentó una fuerte inclinación a la vida de oración, y así comenzó a permanecer muchas horas frente a Jesús Eucarístico. Su deseo era entrar en la congregación de monjes contemplativos de la orden de San Bruno (conocidos como «Monjes Cartujos»), pero su director espiritual viendo sus dones como misionero, lo instó a no tomar esa decisión… consejo que lo tomó como venido del Cielo.
Continuó el seminario diocesano en San Rafael, Mendoza, donde estudió teología. El 3 de diciembre del año 1994, día de San Francisco Javier, se ordena sacerdote para siempre.
A los pocos años de su ordenación, llega a la ciudad de Lobos para tomar el cargo de párroco de San Vicente Pallotti. Cuenta él mismo que desde la llegada de la Virgen del Rosario de San Nicolás a la parroquia (año 2009), experimentó muchas gracias y regalos celestiales que encendieron su corazón aún más. Comenzó así la entrega radical al apostolado por los enfermos y afligidos espirituales, que lo llevó no solo a recibir cientos de peregrinos en su parroquia, sino también a misionar por varios paises de latinoamérica, Estados Unidos y Canadá.
Con este pequeño pero sincero homenaje, queremos agradecer a Dios, a la Virgen y a nuestro querido padre René por tantas sanaciones, conversiones y milagros que a diario experimentamos, por su entrega incondicional y por su ardua búsqueda de la santidad para todos nosotros. Gracias querido padre por comprendernos, soportar con tanto amor nuestras imperfecciones, animarnos siempre, corregirnos con tanta dulzura y sobretodo por dejarnos disfrutar de su hermosa paternidad…
¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS!!
Lo queremos mucho…
Su familia espiritual.
