En los caminos de la búsqueda de soluciones y sanación en el entorno familiar, surge un panorama de prácticas terapéuticas que prometen desentrañar las raíces de nuestros problemas. Un nombre recurrente en esta búsqueda es el de «Constelaciones Familiares», una técnica que se remonta a los métodos de Terapia Sistemática Familiar de Bert Hellinger.

   La esencia de esta práctica se resume en la idea de que cargamos con los problemas de nuestros ancestros y, por lo tanto, nos vemos afectados por dificultades que parten de esas raíces ancestrales. Desde la perspectiva de quienes la practican, se establece una conexión entre nuestra familia y nuestros antepasados, en la cual los problemas arraigados afectan nuestra vida actual. Estos métodos tienen como objetivo aliviar una amplia gama de problemas que van desde traumas infantiles hasta cuadros depresivos, procesos de duelo y, sobre todo, conflictos familiares como maltrato de padres a hijos, enfrentamientos entre hermanos y pleitos conyugales.

ILUMINEMOS EL CAMINO

  1) PASADO PISADO: el profeta Isaías nos recuerda en Isaías 43,18-19: «No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad.» Esta enseñanza nos invita a confiar en que Dios hace nuevas todas las cosas, lo cual nos lleva a cuestionar la utilidad de rememorar disputas pasadas entre familiares para tratar de resolver problemas presentes. Si Dios nos llama a un nuevo camino, ¿no deberíamos mirar hacia adelante con fe?.

2) LA COMODIDAD DE ECHAR LA CULPA A OTROS:  esta práctica lleva a afirmar que es totalmente lógico creer que cada tropiezo, cada dificultad, cada bache en el camino es un resultado directo de las malas decisiones de los ancestros. Claro… olvidemos por un momento que somos seres dotados de libre albedrío, capaces de forjar nuestro propio destino.

¿Quién quiere la mano dulce de Dios corrigiendo nuestros defectos y enseñándonos, cuando podemos simplemente culpar a generaciones pasadas por todo lo que nos sucede?

    Escrito está: «El alma que pecare, esa morirá; el hijo no tendrá el pecado del padre, ni el padre el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él» Ezequiel 18,20

3) EL DESPLAZAMIENTO DE LA PATERNIDAD DIVINA: esta práctica reemplaza la relación personal con un Dios amoroso y compasivo por la noción de energías o fuerzas cósmicas. En lugar de dirigir nuestras dificultades y anhelos al Dios que nos conoce profundamente, se nos insta a considerar las influencias de energías invisibles. Esta desviación de la relación íntima con el Creador, que nos guía y protege como un Padre amoroso, logra confundirnos  del único camino verdadero de sanación, Jesucristo.

4) EL ENGAÑO ESPIRITISTA: las constelaciones sugieren que la sanación proviene de influencias externas, lo cual se manifiesta a través de la supuesta presencia de espíritus de familiares pasados durante las sesiones. Se alega que este contacto con los espíritus puede ser una fuente de sanación. No obstante, este enfoque presenta un riesgo palpable: al invocar espíritus, podríamos abrir la puerta a entidades maliciosas que buscan engañarnos y perjudicarnos. Esto, como bien sabemos, es un patrón recurrente de engaño perpetuado por Satanás a lo largo de la historia. La Biblia advierte claramente sobre este tipo de prácticas y nos insta a ser vigilantes para no caer en las trampas del enemigo espiritual.

     En conclusión, si en algún momento el lector ha estado involucrado en estas prácticas o actualmente participa en ellas, es importante abordar el desengaño con sabiduría. Las consecuencias espirituales de tales acciones son ineludibles y afectan a todos por igual (desgracias o ansiedad, depresión, ira, etc. a corto o mediano plazo). La invitación es clara: tomar la decisión de embarcarse en un camino de fe, convertirse a Dios a través de la maternidad de la Virgen María y abrazar una transformación profunda. A través de este proceso, podemos descubrir nuestra mejor versión y presentarnos ante el Dios paternal que nos acoge con amor y misericordia, guiándonos hacia una vida totalmente plena.