Llamamos “LIBERACIÓN” a la anulación de una atadura u opresión causada por el enemigo de Dios. 

          La forma de liberarse de estas sujeciones del demonio es retomando o iniciando una vida de fe, asistiendo a la Santa Misa, frecuentando los sacramentos, principalmente la confesión y la comunión (diaria si es posible), rezando el Rosario, utilizando los sacramentales (como agua y aceite exorcizados), recibiendo oraciones de liberación por parte de algún sacerdote que se dedique al ministerio de liberación. Es importante que haya un verdadero deseo de conversión y cambio de vida en aquellos que desean liberarse.