🗡️ESPADA ESPIRITUAL
Jueves 3 de septiembre de 2020
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (5, 1-11):
«Jesús estaba en cierta ocasión a orillas del lago de Genesaret y la gente se agolpaba en torno suyo para oír la palabra de Dios. Vio entonces dos barcas junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió Jesús a una de las barcas, que era de Simón, le pidió que la alejara un poco de tierra y, sentado, enseñaba a la gente desde la barca. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:
«Lleva la barca lago adentro y echen las redes para pescar».
Simón replicó:
«Maestro, hemos intentado pescar toda la noche y no hemos conseguido nada; pero, confiado en tu palabra, echaré las redes».
Así lo hicieron y cogieron tal cantidad de pescados, que las redes se rompían. Entonces hicieron señas a sus compañeros de la otra barca para que vinieran a ayudarlos. Vinieron y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo:
«Apártate de mí, Señor, que soy un pecador».
Porque tanto Pedro como sus compañeros estaban asombrados por la cantidad de peces que habían pescado; lo mismo Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Entonces Jesús dijo a Simón:
«No temas: desde ahora serás pescador de hombres».
Luego llevaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.
Recordemos las palabras de Pedro: «Maestro , hemos intentado pescar toda la noche y no hemos conseguido nada, pero confiado en tu palabra, echaré las redes».
Muy linda enseñanza nos deja este pasaje: lejos de Jesús podemos desgartar mucha salud, perder muchas horas, etc. Si no contamos con Él es dificil que demos verdaderos frutos para la gloria de Dios.
Dice la Escritura en otro pasaje:
«Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles» (Salmo 126).
Nuestras vidas sin la presencia de Dios, por exitosas que sean, dejan de hacernos felices en cuanto hemos conseguido lo que buscábamos: el éxito, la fama, el poder, y aunque obtengamos muchas riquezas terminamos mal y vacíos.
Por eso ni el poder, ni el dinero, ni la belleza, ni la fama, ni la salud, incluso ni la familia nos dan una verdadera felicidad.
Sabemos de muchas personas exitosas (para el mundo) que terminaron mal su vida.
Por eso debemos aprender que sin Dios estamos edificando sobre arena, y con Dios, lo hacemos sobre roca firme.
Pidamos a nuestra Madre Santísima la gracia de que todas nuestras obras sean conducidas por la mano amorosa de Dios. A.M.D.G.