🗡️ESPADA ESPIRITUAL
Viernes 28 de agosto de 2020
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (25, 1-13): «En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola:
«El Reino de los cielos es semejante a diez jóvenes que tomando sus lámparas salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran descuidadas y cinco previsoras. Las descuidadas llevaron sus lámparas, pero no llevaron aceite para llenarlas de nuevo; las previsoras, en cambio, llevaron frascos de aceite con sus lámparas. Como el esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó un grito:
«¡Ya viene el esposo, salgan a su encuentro!»
Se levantaron entonces todas aquellas jóvenes y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las descuidadas dijeron a las previsoras:
«Dennos un poco de su aceite, porque nuestras lámparas se están apagando».
Las previsoras les contestaron:
«No, porque no va a alcanzar para ustedes y para nosotras; vayan mejor a donde lo venden y cómprenlo».
Mientras aquéllas iban a comprarlo llegó el esposo, y las que estaban listas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras jóvenes y dijeron:
«Señor, señor, ábrenos».
Pero él les respondió:
«Yo les aseguro que no las conozco».
Por eso, estén preparados, porque no saben el día ni la hora».
Nos dice Jesús: «Estén preparados, porque no saben el día ni la hora».
A veces estamos tan concentrados en las vanidades de este mundo, deleitándonos en muchos placeres, que incluso no agradan a nuestro Dios.
Así acumulamos días, semanas, meses, e incluso años ofendiendo a Dios. Cuando nos demos cuenta de tantos momentos hermosos que nos ha regalado Dios y cómo los hemos perdido, nos dolerá muchísimo porque ya no los volveremos a recuperar.
Hoy tenemos presente a San Agustín de Hipona. A él le pasó justamente lo que estamos reflexionando. En sus «Confesiones», le decía a Dios: «Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé. Y tú estabas dentro de mí y yo fuera, y así por fuera te buscaba y deforme como era me lanzaba sobre estas cosas que Tú creaste. Tú estabas conmigo, pero yo no estaba contigo.»
Hermosos escritos de San Agustín.
Tratemos de no perder tiempo en esta vida, de no malgastarlo en cosas vanas. Sería triste llegar al final de nuestra vida manteniendo muchos malos hábitos que han ofendido siempre a Dios y al prójimo.
Pidamos la intercesión de San Agustín para obtener la gracia de ser dóciles al Espíritu Santo, y la gracia de la perseverancia final. A.M.D.G.