Hoy toda la Iglesia festeja el día que Santa Catalina de Siena pasó a la inmortalidad luego de una vida entregada completamente al amor a Dios. 

     En su lecho de muerte cuenta su confesor y fiel discípulo Beato Raimundo de Capua, que la santa dio su palabra de brindar gran ayuda desde el Cielo, mucho más de la que brindó durante sus 33 años en la Tierra a sus hijos espirituales, a la Iglesia y a todos aquellos que no la amaban. No solo estamos seguros que luego de su muerte los debe haber seguido guiando, sino que hemos experimentado su constante ayuda en la Obra de Amor por los que Sufren.  Por designio Divino el Señor ha querido que el Padre René y muchos de sus hijos espirituales hayan sido consolados con la ayuda de esta gran intercesora en el Cielo.

   Muchas personas somos testigos del milagro de Graciela Bellardinelli, Olga de Neuquén y de la liberación de María Reina, tres de los tantos ejemplos en los cuales ha intervenido la santa patrona Catalina; como así también la apertura de la Capilla de Adoración Perpetua en plena pandemia sin interrupción. Cuando las gracias son tan palpables no debemos dudar, sino mirar al Cielo con mucha fe y dar gracias.

   Mediante la oración que a continuación compartimos deseamos que se unan muy estrechamente a Dios mediante la intercesión de una de las santas más grandes que tiene la Iglesia triunfante.

Te ruego Padre Celestial, a tu Hijo, Nuestro Señor Jesucristo y con la intercesión de nuestra Madre Santísima ser guiado, en estos tiempos difíciles y de tanta confusión, por santa Catalina de Siena. Su presencia es tan importante en esta época para no juzgar mal estos tiempos presentes, porque veo a nuestra Iglesia tan débil y desolada… Cuánta luz del cielo necesito para andar por el recto camino, para practicar la santa doctrina y no equivocar la voluntad de Dios.

Santa Catalina, te pido que tu presencia en mi vida me fortalezca y llene mi alma de grandes deseos de santidad. Intercede ante nuestro Padre Celestial para que pueda crecer en gran humildad. Sólo quiero ser fiel a los planes que nuestro buen Dios tiene para mí en esta vida terrenal. Amén.