El sábado 30 de septiembre, los peregrinos se reunieron en la Parroquia San Vicente Pallotti para dar inicio a la anual peregrinación a la Basílica de Nuestra Señora de Luján. El punto de partida de esta travesía espiritual fue una Santa Misa, predicada por el Padre René Manuel Cari a las 16.30 hs, marcando así el comienzo de un emocionante recorrido a pie. Durante la homilía, el Padre Cari hizo hincapié en que la peregrinación tiene mucho en común con la vida misma.  Recordó que la fe es la estrella que nos ilumina, que nos fortalece en cada momento, que nos mantiene alegres. La fe en Dios debe ser el motor durante toda la peregrinación, así como en nuestra vida. Un alma sin fe empezará a quejarse, no podrá ver lo sobrenatural del esfuerzo y del dolor, se frustará y quedará sin poder haber dado todo. Tras la Santa Misa, el Padre René bendijo con una bendición muy especial los rosarios que los peregrinos llevarían consigo a lo largo de la peregrinación.

  Un carrito cuidadosamente preparado llevaba consigo una hermosa imagen de la Virgen de Fátima, que se convertiría en compañera y guía de todos los peregrinos durante los 35 kilómetros que los separaban de su destino final. Con gran ilusión, el grupo de peregrinos emprendió su camino desde Merlo en la oscuridad de la noche. La luna y las estrellas iluminaban su ruta mientras entonaban canciones y recitaban el rosario en una devoción constante.

  Después de caminar durante toda la noche,  los peregrinos finalmente llegaron a la imponente  Basílica de la ciudad de Luján justo a tiempo para escuchar la Misa de las 7 AM. Los corazones se llenaron de alegría y de la certeza de que la fe en la Virgen era más fuerte que nunca.

 De manera especial, queremos expresar un profundo agradecimiento al grupo de apoyo que trabajó incansablemente durante la tarde del sábado y toda la noche del domingo para satisfacer las necesidades de los peregrinos.

  Los invitamos a todos a animarse a caminar a Luján por amor a la Virgen el próximo año, no solo como expresión de devoción, sino también como una gran oportunidad para reparar con amor los errores que hemos cometido. 

 ¡Hasta la próxima, si Dios quiere! Y… ¡¡Viva la Virgen de Luján!!