El fin de semana pasado fue muy propicio para dedicarse a descansar, pasear y encontrarse con amigos. Pero en San Vicente Pallotti, 18 almas se decidieron a navegar mar adentro en búsqueda del tesoro más preciado y desconocido por los hombres. Estas almitas, algunas más fortalecidas y otras valientes al vencer algunos miedos o inquietudes, regalaron al Señor casi cuatro días completos de total silencio y entrega a la vida de oración. Una experiencia inolvidable, donde para todos conquitar la paz interior fue la corona más brillante.

           Nuestro maestro de escuela, el Padre René Cari, predicó sobre el silencio interior, la tibieza del alma, la vida de oración, la caridad y la fe. Y para concluir el día lunes, Alejadra Vera movió todos los corazones con una hermosa meditación sobre las almitas del purgatorio.

A continuación algunos testimonios de estas almitas que ya estan ardiendo de deseos de santidad:

«Estoy pensando cómo describir lo que sentí y no me sale, sin dudas fue algo increíble. El silencio me ayudó mucho, entendí que Dios está en lo simple, y que gratificante fue…» Abigail Candía.

«Yo logré rezar bien después de muchos años, diría. Logré una gran tranquilidad en el alma!!!» María Reina Marquez dos Santos

«Nunca había estado tan cerca del cielo. Así lo sintió mi alma. Estoy feliz! Gracias, Padre, por insistirme en ir, cuando mis miedos no dejaban que lo hiciera. Gracias, Celeste, por ocuparte de absolutamente todo. Creo que esto fue un antes y un después para mi, aprendí muchísimo, y me enamoré de la oración y del silencio interior. Gracias, Ale, por la charla, fue hermosa. Rezo por tu gran misión.
A todos los que no tuvieron la posibilidad de hacerlo esta vez, les aconsejo, que cuando tengan oportunidad, no duden. Que los miedos al silencio, al extrañar, o a encontrarse consigo mismos, no los pare. Es una hermosa gracia la recibida.» Soraya Dupraz.

«Doy gracias a Dios por haberme permitido participar de este retiro. Fueron días de mucha paz, mucho recogimiento. Pudimos dejar nuestras preocupaciones cotidianas, familiares y laborales al pie de la cruz y aprovechar esos días de soledad para encontrarnos con Dios. Si nosotros aprendemos a abandonarnos en sus brazos El se encargará de nuestras preocupaciones, obviamente mucho mejor que nosotros.
Con la unión a Dios mediante la oración podemos ayudar mucho más a las personas que queremos que estando físicamente con ellos». Gabriela Moyano.

«¡Dios siempre está y de nosotros depende que tanto lo dejamos estar en nuestra vida diaria!. Me dí cuenta mientras rezaba que no tenía que temer, entendí que mi abandono pasa si lo olvido después de todo el amor que me dió en esos cuatro días!!. Ése es el verdadero abandono! Y me juré que no lo quiero dejar ni un instante más de mi vida! Porque, quien tiene a Dios, todo lo tiene! Y Él lo que más desea de nosotros es que lo amemos con toda nuestra alma!. Y soy testigo, porque lo sentí!». Daniel López.