La historia de Ignacio con la Santísima Virgen es conmovedora. Nació en el barrio de Almagro y vivió allí la mayor parte de su vida. Le «quedó prendido» la devoción a María Auxiliadora gracias a que asistió a un colegio salesiano, desde donde a los 15 años emprendió la primera de sus 51 caminatas a Luján.

  «Soy antiguo y lo normal era ir con zapatos, era poca la gente que usaba zapatillas. La primera vez que fui llevaba puesto el uniforme del colegio salesiano… y como llegué bien con zapatos, seguí así. Ya de adulto viajaba mucho pero suspendía todo y me iba a caminar», comentó Ignacio con sus 74 años de edad.

  Admirable su perseverancia… «No es fácil pero yo creo que realmente el espíritu con que uno lo hace es lo que más ayuda a llegar. Ir rezando y tener una devoción grande a la Virgen es importante. La confianza con la Virgen no la tengo con nadie».

   Conoció al Padre René en el primer Congreso de la Divina Misericordia en Roma, allá por el año 2008. Gracias a él ahora también es devoto del Santo Padre Pio, que de seguro lo empezó a acompañar en sus largas y cansadoras peregrinaciones… «No siempre estoy 10 puntos fisicamente, pero siempre fui». Una vez peregrinó muy engripado y volvió curado, otra vez le robaron y la providencia lo asistió hasta volver a su casa, y hasta en una oportunidad se tuvo que volver a mitad de camino porque «el físico dijo que no».

   También aclaró que «la peregrinación a Luján no debe ser un deporte, sino un acto de agradecimiento a la Virgen por todo lo que nos regala, y el caminar junto a Ella nos da fuerza espiritual para todo lo demás»

            Es verdad que Luján fue siempre un lugar para recibir gracias y grandes regalos del Cielo, pero Ignacio además entiende que la grandeza del amor de la Virgen María da frutos en lo más esencial que necesitamos… “Muchos buscan milagros, en mi el milagro es que gracias a la Virgen conservo la fe y trato de seguir en la lucha, eso sí es un milagro. Tantos se quedan en el camino… Salud no tuve nunca, viví siempre en los médicos, sin embargo llegué a los 74 y puedo seguir peregrinando… eso es un milagro”.

            A pesar de las debilidades que todos tenemos, Ignacio tiene una enorme confianza en su Madre… “Los devotos de la Virgen se salvan todos, porque para ella no existe lo imposible”.